Hoy le di un giro a mis reflexiones habituales con respecto a las personas, me concentré en la belleza. En esta parte hablaré de la física y en la siguiente de la mental, pero no piensen que el orden implica alguna clase de jerarquía, sino que me es más fácil explicarlo de esta manera. Sin duda sería interesante analizar la belleza masculina, pero creo que es un tema que dejaré o para más adelante o para una persona más interesada en ello; esta vez hablaré de la femenina.
Siempre me dije a mí mismo que no existe mujer fea, que cada una de ellas es hermosa a su manera, que cada una tiene algo especial que las hace inigualables de manera positiva y que atrapan nuestra mirada, incluso aquellas que no parecen encontrarse dentro de los abominables cánones de belleza de nuestra cultura. Flacas, gordas, altas, bajas, morenas, rubias y toda variedad que exista entre aquellos extremos son perfectas, quizás no para el ojo crítico de la sociedad, pero sí para mí, que intento no discriminar a ninguna.
Personalmente, en primera instancia me derrito con los ojos y casi todo lo relacionado a ellos, y luego me fijo en las otras facciones de su rostro, terminando con los demás rasgos de su cuerpo; admito que me atraen ciertos tipos de cuerpos, pero trato de no ponerlo por encima de una bella faz y menos por delante de una genial personalidad. No hay mejores ni peores, solo diferentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario