De seguro alguna vez habrán escuchado esta famosa frase por parte de sus familiares o profesores: “Ya vas a saber lo que es La Vida, y entonces te aplastará” o sus populares variantes. Mis ideas y pensamientos suelen ser bastante locos y muy soñadores, por lo que no tardan en estrellarse contra las opiniones de mi familia, quienes aseguran que aún soy muy inmaduro y que me falta ‘calle’. A lo largo de los años, esa funesta frase sumada a los argumentos que me presentan en casa, he aprendido varias lecciones, entre las cuales se encuentra la más absurda (según mi parecer) de todas: la vida comienza al nacer, continúa al ir a la escuela, prosigue al entrar a una universidad o instituto (quizás con algún trabajo entre horarios); y lo que sigue después es la llamada Vida, donde nos vemos prácticamente obligados a encontrar un trabajo estable y rentable, casarnos con una mujer moderadamente atractiva que posea una buena educación y que sea culturalmente afín a nosotros, tener hijos que seguirán el mismo ejemplo que sus padres, y trabajar, trabajar, trabajar, descansar un poquito, trabajar, etc., hasta que nos jubilemos y muramos. Definitivamente hay diferentes experiencias de por medio, pero el modelo básico es ese, al menos en nuestra sociedad y en un nivel socio-económico medio. Realmente no puedo opinar por ustedes, pero pienso que cualquiera vería esto como un idiotez por decir lo menos, pero es lo que la gente suele enseñar, y si miramos a otros con detenimiento notaremos que muchos siguen este patrón sin siquiera pensar por qué ni tampoco si hay algo diferente. Por mi parte, la idea que tengo de La Vida es completamente distinta, y pueden estar seguros de que cuando termine mis estudios no entraré al ciclo en el que tantas personas se encuentran atrapadas, acostumbradas a un sistema que no les satisface (pregúntenles), y que en respuesta a nuestros pensamientos suelen decir frases como la que inicia esta reflexión. Aún estamos a tiempo de elegir algo diferente para nosotros, algo mejor, algo que nos haga despertar cada mañana y decirles a nuestros futuros hijos “ya van a saber lo que es La Vida, y entonces sonreirán”.
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