jueves, 17 de abril de 2008

Ventanas al alma, puertas al corazón


Es bien sabido que miradas las hay de todo tipo, algunas que pueden atemorizarnos, otras que nos acaramelan y muchas cientos más que crean en nosotros diferentes tipos de emociones. ¿Nunca les ha sucedido que cruzan miradas con algún desconocido y sienten una especie de choque, una misteriosa conexión que les hace (paradójicamente) mirar hacia otro lugar? No hablo de evitar las miradas como muchos de nosotros acostumbramos a hacer por variedades de motivos, sino de algo diferente, mucho más significativo; es como si verdaderamente la mirada ajena se introdujera por completo en nuestro ser y tocara los fundamentos de nuestra existencia, nuestra alma (si es que existe). Es un sentimiento escalofriante, pero siento una curiosidad muy grande por entender más acerca de este extraño fenómeno; ya les comentaré más al respecto cuando descubra otras cosas.

Retomando lo anterior, esta semana me he dedicado a hacer una especie de pseudo-análisis/estudio del “arte de evitar miradas (suena bonito). Yo era el tipo de persona que, en la universidad, solía escabullir la mirada para no saludar a personas conocidas pero no muy agradables que se cruzaban en mi camino, pero ahora hago lo contrario, me quedo mirándolas y me divierto al ver cómo son ellas las que me evitan a mí creyendo que no sé que me han visto; luego de verme miran repentinamente hacia otro lugar, a veces como si algo asombroso hubiese llamado su atención (ha sucedido que voltean la vista hacia una pared que no tiene nada o hacia el techo; ¿habrán visto algo que yo no?). Seguiré averiguando más de estas conductas tan particulares que tenemos los humanos; tal vez me encuentre con otro tema más para agregar a la lista de temas por usar en mi futura tesis.

No hay comentarios: